Vida Nueva, 24 de mayo de 1986

Sectas o nuevos movimientos religiosos:

desafíos pastorales

Este es el título de un documento publicado en Roma por el Secretariado del Vaticano para la Unidad de los Cristianos, los Secretariados para los no Cristianos y para los no Creyentes y el Consejo Pontificio para la Cultura. Se trata de un amplio in arme redactado tras una amplia consulta a las Conferencias Episcopales de todo el mundo que sale al paso de las inquietudes repetidamente expresadas por diversos episcopados.

La introducción del documento señala que entiende por sectas «los grupos particulares que son considerados generalmente como una amenaza para la libertad de las personas y de la sociedad en general». Estos cultos y sectas se describen en el documento como poseedores de un determinado número de cualidades específicas y comunes que generalmente consisten en que «son autoritarios, estructuralmente, que se sirven de formas de lavado de cerebro y de control mental, que forman grupos que fomentan y alimentan un sentido de culpa o de miedo»,

El informe destaca que «los jóvenes parecen ser los mayormente afectados». «Pocos, dice el documento, se unen a una secta por malas razones. Quizá la oportunidad más grande de las sectas es atraer a la gente buena y por buenos motivos. En efecto, ellos obtienen el mejor éxito positivo cuando la sociedad o la Iglesia no les ha ofrecido una buena motivación»,

Sin embargo, el documento denuncia los métodos de reclutamiento y de formación de las sectas, recordando que «cada grupo religioso tiene derecho de profesar su propia fe» Las respuestas al cuestionario enviado por el Secretariado para la Unidad de los Cristianos, «muestran que el fenómeno se debe considerar no como una amenaza a la Iglesia, sino como un desafío pastoral».

RESPUESTA DE LAS SECTAS

Al abordar las razones de la extensión y proliferación de las sectas, el documento analiza «lo que las sectas parecen ofrecer»: la búsqueda de pertenencia y de respuestas: «las sectas parecen ofrecer respuestas simples y confeccionadas para los problemas y situaciones complicadas; versiones parciales o simplificadas de las verdades y de los valores tradicionales; una teología pragmática; un sincretismo teológico propuesto por una nueva revelación... »

La búsqueda de integridad: «Muchas personas sienten que no se encuentran consigo mismos, con los demás, con su cultura y su contexto. Se sienten abatidos. Han sido dañados por familiares o maestros, por la Iglesia o la sociedad». La secta les ofrece una «experiencia religiosa gratificante, lugar para experiencias y emociones...»

Las sectas también pretenden responder a la búsqueda de identidad cultural, a la necesidad de ser reconocido: «La gente siente la necesidad de salir del anonimato, de construirse una identidad, de sentirse que ellos son algo especial y no simplemente un número o un miembro anónimo de una multitud. Parroquias enormes y congregacioes están orientadas a la administración y al clericalismo, dejando poco espacio para el encuentro con cada persona individualmente y en su situación vital».

En fin, el hombre busca una respuesta a la búsqueda de trascendencia y a la necesidad de participación y compromiso. «En resumen, dice el documento, se puede decir que las sectas parece que viven lo que creen, con fuerza, convicción, devoción y compromiso, saliendo al encuentro de la persona para llevarla a donde ellos están, afectuosa, personal y directamente, sacando al individuo del anonimato... En una palabra, se presentan a sí mismos como la única respuesta, la «buena nueva» en un mundo caótico».

ADOCTRINAMlENTO

Si todo esto explica buena parte de los éxitos de las sectas, hay, no obstante, que profundizar en las técnicas de reclutamiento y adoctrinamiento. El documento señala los principales de estos métodos: hábil proceso de iniciación del convertido y gradual descubrimiento de lo que sus anfitriones son en realidad; técnicas dominantes: «bombardeo de amor», técnica de las «fiestas-pesca»; adulación; distribución de medicinas y dinero; abnegación incondicional al líder; aislamiento; procesamiento a los reclutados, lejos de sus vidas pasadas; métodos que alteran las conciencias y producen disturbios intelectuales, etc.

COMUNIDADES MAS FRATERNAS

La tercera parte del documento analiza los síntomas de la enfermedad de nuestro tiempo moderno, para buscar soluciones pastorales apropiadas. «Casi todas las respuestas piden una revisión del tradicional «sistema parroquial comunitario», una búsqueda de objetivos comunitarios que sean más fraternos, más «a medida del hombre», más adaptados a las condiciones de vida de las personas; más «comunidades eclesiales de base»: constituyendo comunidades de fe, amor y esperanza; comunidades que celebren, comunidades que oren, comunidades misioneras».

Las respuestas al cuestionario ponen el acento sobre la necesidad de la evangelización, la catequesis, la formación permanente de la fe: «La gente debe ser ayudada a conocerse a sí misma como única, a ser amada por un Dios personal... La verdad antigua tendría que convertirse continuamente en la verdad nueva, a través de un auténtico sentido de renovación... Nuestra preocupación pastoral no tendría que ser unidimensional, sino que se tendría que extender no sólo a las cosas espirituales, sino también a las dimensiones físicas, psicológicas, sociales, culturales, económicas y políticas».

Se insiste, finalmente, sobre el problema fundamental de la inculturación, sobre todo en África y sobre el hecho de que los sacerdotes no sean considerados «administradores, empleados o jueces, sino hermanos, guías, consejeros y hombres de oración».

En la conclusión el documento señala que «los métodos de algunas sectas pueden ser destructores de la personalidad, quebrantadores de la familia y de la sociedad». «En muchos países sospechamos, y en algunos casos estamos ciertos, de que una potente fuerza ideológica, así como intereses económicos y políticos están trabajando a través de las sectas, que son totalmente extraños a un genuino interés por lo humano y se sirven de lo humano para fines y propósitos inhumanos».

Deplora que sea imposible el diálogo con las sectas y señala el documento que éstas pueden ser un obstáculo para la educación ecuménica. «El desafío de los nuevos movimientos religiosos, dice, consiste en estimular nuestra renovación para una mayor eficacia pastoral».

El documento termina con un anexo en el que recuerda las directrices propuestas en la relación final del último Sínodo de Obispos.

 

Vida Nueva, 17 de diciembre de 1994

Se elaborará una guía pastoral sobre el problema de las sectas

La Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales ha puesto en marcha el proceso de elaboración de una guía que proporcione orientaciones pastorales a la hora de hacer frente a problemas relacionados con la emergente presencia de sectas en nuestro país.

El primer paso de este proceso fue la elaboración, por parte de la Oficina de Estadística de la Iglesia, de una encuesta acerca de la realidad de las sectas.

Días atrás se mantuvo un encuentro en el que se analizó el fenómeno sectario desde todos los puntos de vista: sociológico, psicológico, cultural, legal. Era el segundo paso. La guía será elaborada por un equipo de cinco personas ligadas a la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de acuerdo con las aportaciones de estos dos pasos previos y se espera que esté lista para finales de 1995

Según la encuesta elaborada por la Oficina de Estadística de la Iglesia acerca del problema sectario, el 73% de los católicos rechaza inmediatamente a los miembros de las sectas que les abordan con intenciones proselitistas. Pero este contacto, pese a su brevedad en la mayoría de los casos, no deja de producir en ellos desconcierto (en un 54% de las ocasiones), reafirmación de la fe (23,4%), admiración por su entrega (22,6%) y dudas (19,7%).

(Hay que aclarar que la encuesta maneja datos obtenidos de las respuestas de 137 personas que desarrollan su labor pastoral en distintos campos de la Iglesia en contacto con la actividad de las sectas).

Según la encuesta, la mayor parte (34,3%) de los miembros de las sectas son trabajadores. Les siguen los pobres (16,8%) y la clase media (14,6%). En cuanto al nivel de estudios, es bajo: un 38,7% de sus miembros sólo ha cursado estudios primarios y el 9,5% puede considerarse analfabeto. Un 10,9% ha terminado el Bachillerato. Igualmente escasa es su formación religiosa: el 74,5% tiene una formación religiosa que puede ser calificada de baja.

INSTRUMENTO DE TRABAJO

Julián García Hernando, responsable de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, valoraba muy positivamente el mencionado encuentro de especialistas sobre el tema de sectas celebrado días atrás bajo los auspicios del departamento que dirige: "Ha habido un diálogo muy animado y las jornadas han gozado de una alta calidad". Él cree que la elaboración de la guía es de suma importancia: "Ahora mismo, muchos sacerdotes no tienen recursos para responder, por ejemplo, al problema de una madre cuyo hijo ha sido captado por una secta. Creo que, por ello, esta guía que estamos elaborando será un instrumento muy útil de trabajo pastoral".

Julián García Hernando asegura que el problema de las sectas es muy serio en España y que no deja de aumentar.

Las sectas no son un fenómeno exclusivo español, sino que se dan en todo el mundo, incluso con mayor intensidad que en nuestro país, donde las religiones tradicionales -en el caso de España, particularmente la católica- tienen "una responsabilidad evidente".

Las sectas, para García Hernando, llenan ciertos vacíos en una sociedad sometida a cambios constantes y cuyas estructuras sociales y políticas se perciben como débiles e inestables, pero llenan también carencias específicamente eclesiales: la falta de una acogida personal en la Iglesia, de la puesta en marcha de una pastoral que efectivamente responda a los criterios del Concilio Vaticano II, de una mayor participación de los laicos, de cambiar unas liturgias aburridas...

Juan Ignacio Cortés

 

La Vanguardia, 24 de julio de 2001

CAPITAL DE NUEVAS RELIGIOSIDADES (brasilia)

DEBATE. La nueva espiritualidad

DEIS ELUCY

Brasilia, capital de Brasil, construida en 4 años e inaugurada en 1960, hoy patrimonio de la Humanidad, ha nacido bajo la concepción de dos mitos. Uno futurista, según el cual todos tendrían acceso a los bienes materiales, al espacio, a lo bello, una ciudad donde el secretario de Estado viviría en el mismo edificio que el portero. El otro mito es místico. Su origen fue un sueño profético que tuvo en septiembre de 1883 Don Bosco, un joven salesiano italiano que también estuvo involucrado en la construcción del templo del Tibidabo, en Barcelona. Según él, entre los paralelos 15~ y 20~ de Brasil nacería una futura Tierra Prometida, de donde manaría leche y miel.

El hecho es que junto con la ciudad nacieron varios grupos religiosos con una tendencia bastante sincrética o pluralista. Y no paran de crecer. Así, sea o no una predestinación, el mito se convirtió en leyenda y ésta se está haciendo realidad. Pues la capital cada vez más va siendo reconocida nacional e internacionalmente como la Ciudad Mística o Capital del Tercer Milenio. Actualmente, en Brasilia hay más de 2.000 grupos que podemos enmarcar en el concepto de nuevas religiosidades. Tanto es así que el templo más visitado de la ciudad no es la catedral, obra de arquitectura espléndida, sino el templo de la Buena Voluntad, un templo ecuménico. Los visitantes, después de circular por una espiral negra hasta el centro del espacio, paran un momento, meditan bajo un enorme cristal y regresan por la espiral blanca "energetizados" o "limpios", según la terminología al uso. Pero hay más. A 230 kilómetros de la capital (aquí lo consideramos que forma parte del entorno de Brasilia) se ubica el pueblecito de Alto Paraíso, que es conocido como el chakra cardiaco del planeta. Esta región es la cuna de las aguas de Brasil. Y ahí se concentra un gran número de "buscadores místicos individuales" que vienen de todo el mundo.

Brasilia y su entorno, además de ser un laboratorio vivo de búsqueda de nuevas religiosidades, reflejan un fenómeno que está presente en todo Occidente. Este fenómeno ha sido confirmado por una investigación que realizamos recientemente en 5 países americanos y 5 europeos, con casi 4.000 estudiantes de 16 universidades. Pudimos constatar una disminución de las prácticas convencionales de las religiones institucionalizadas, especialmente en las del catolicismo. Datos que también han sido confirmados por las investigaciones del Instituto de la Juventud de España. Y simultáneamente hay un interés progresivo en la búsqueda de una nueva religiosidad.

Esta búsqueda se centra en la certeza de que lo divino se encuentra en uno mismo, pero escondido, apagado por el ego y por las exigencias de la sociedad. Y este elemento divino hay que desarrollarlo. Así, el autoconocimiento, el autoperfeccionamiento y el autodesarrollo conforman una atmósfera por el que las nuevas religiosidades se interrelacionan con las prácticas no convencionales como la meditación, el yoga o la homeopatía. No es raro, por tanto, que encontremos en Barcelona, Madrid, Brasilia o en cualquier gran ciudad, invitaciones para asistir a reuniones, cursos y conferencias sobre nuevas terapias, por ejemplo, o para participar en grupos de meditación. Y según los datos de la investigación, esto sucede tanto en países pobres como en los más ricos y desarrollados tecnológicamente.

Ya no se quieren intermediaciones con lo sagrado, lo misterioso, lo numinoso, lo trascendente. Se trata de una conciencia espiritual propia que no se caracteriza por lo clerical, doctrinario o jerárquico. Y aflojadas las amarras institucionales, lo religioso empieza a infiltrarse en todos los espacios vitales. Todo ello conforma una situación que directa o indirectamente va influyendo en las personas. La nueva conciencia espiritual se va esparciando a través de la propia sociedad. Precisamente una de las mayores críticas a este proceso es el de la mercantilización. A las nuevas religiosidades se les asocia un creciente mercado de prácticas alternativas. Las experiencias místicas o esotéricas se van socializando, cada vez son más accesibles a una mayor parte de público, dejando de ser para unos pocos, sean sacerdotes, monjes, grandes místicos u ocultistas. Más estas nuevas religiosidades no pueden ser reducidas como instrumentos de sectas destructivas o fuentes de enriquecimiento ilícito, sin quitar que en algunos casos pueda ser así.

Las nuevas religiosidades intentan una convivencia más tolerante, a partir de una postura ecuménica. La combinación de valores, prácticas, religiones y distintas visiones de mundo indica una pluralidad y una tolerancia religiosa inimaginables anteriormente.

También hemos de tener presente que una nueva espiritualidad refleja una nueva consciencia religiosa que, como fenómeno emergente, sacude los principios básicos de la modernidad y del desarrollo cultural de nuestra civilización. Porque también se trata de movimientos culturales, creativos, de experimentación, que proponen nuevos estilos de vida. Y es que necesitamos alimentarnos de elementos que nos posibiliten una mayor convivencia y tolerancia. Al fin y al cabo somos la cuna de la democracia, de la igualdad y de la fraternidad. Supongo que es más saludable enfrentarnos a la búsqueda de una nueva religiosidad como un fenómeno de nuestra contemporaneidad que meternos en cuevas muy cerradas y oscuras, a lo mejor más oscuras que las nuevas religiosidades, por el miedo a lo sectario.


D. ELUCY, socióloga del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Brasil